martes, 5 de agosto de 2014

Yo, el Gersoniano

Yo, el Gersoniano: la invención de la herejía


Introducción


Últimamente tuve algunos problemas para entender qué clase de judío soy. Es algo que ocurre con frecuencia en la condición judía, que es histórica y dinámica por su carácter cultural y se encuentra afectada a este momento histórico particular, en el que la velocidad de los cambios ideológicos genera problemas, pues hay parámetros que cambian en pocos años, y hay que enfrentar esta cuestión, esta nueva configuración acelerada de la identidad, con imaginación y destreza... de las cuales carezco. No hay recetas para esto, porque en las teorías tradicionales la ideología era un conjunto de hechos sociales (formas de actuar, de sentir, de pensar) que intentaban instalarse de por vida en los sujetos, mientras que ahora se exige de esos mismos sujetos una mayor versatilidad ideológica. Al menos esta situación nos permite renunciar  a la persecución de una verdad trascendental (por imposible, pero también por indeseable). Los interesantes problemas sociológicos derivados los dejo para otro lugar, porque ahora me preocupa la incardinación de mi biografía judía en este complicado y cambiante mundo humano del capitalismo tardío y la globalización.
Entre las alegrías que habitualmente da el judaísmo se encuentra su capacidad periódica de ser reinterpretado, de reinterpretarse a sí mismo para evolucionar. Al mismo tiempo, su gracia consiste en mantener cierto núcleo de relatos míticos (es decir, relatos significativos con total indiferencia de su verdad o falsedad) para empezar a repensar y evolucionar, relatos que se acompañan de un cierto número de creencias, rituales y (lo que es muy importante en el caso judío) ciertos elementos ético-morales referidos a las conductas interpersonales que expresan la deontología particular judía.
Lógicamente en cada comunidad, tendencia y persona estos elementos pueden variar y varían en sus jerarquías internas: por ejemplo, y considerando que las variaciones posibles son indefinidas, hay judíos que basan su identidad en su relación con el dios trascendental de Israel, mientras que otros prescinden de la existencia de este dios; hay otros judíos que prefieren hacer sus propias interpretaciones de los relatos míticos mientras que a otros les gusta depender de las interpretaciones de terceros y ni siquiera eligen leer por sí mismos los textos básicos del judaísmo (aunque en la tradición judía ésta es una costumbre importante); hay judíos que prefieren jerarquizar determinados elementos (las prácticas rituales religiosas, el saber escolástico) frente a otros que prefieren jerarquizar las prácticas familiares y el conocimiento más vinculado a otros conocimientos que circulan por el mundo; hay judíos que entienden la reunión de los judíos según parámetros rituales religiosos (en las sinagogas o escuelas talmúdicas, por ejemplo), mientras que otros se ciñen a los modernos principios del estado nacional y abrazan de muy diversos modos la causa sionista (a la que nunca he tratado con desprecio, aunque no la comparta, como ocurre con los judíos que creen en la existencia de dios en diversos grados y formas). En definitiva, creo que el judaísmo histórico es, inevitablemente, un ser plural. Esa pluralidad, aunque es tremendamente problemática, me gusta, y uno de los principios que sostendré aquí es la posibilidad permanente de mantener el diálogo y aprender de otras corrientes de pensamiento dentro y fuera de este ámbito, que he definido como “judeidad” o, más general, como cultura judía en un sentido amplio.
Pero es posible que periódicamente sea necesario reflexionar y tomar posición para facilitar el auto-reconocimiento, especialmente en circunstancias tan extrañas y difíciles como es nuestro contexto cultural amplio. No se trata de intentar detener la inevitable evolución cultural, sino de comprenderla en un momento para tomar referencias respecto de nuestra comunidad y su situación en el universo judío y respecto del resto de las culturas que nos rodean y, en buena medida, también nos constituyen.
De modo que heme aquí para proponer la herejía judía Gersoniana (y entiendo la herejía no como una desviación perversa de una verdad central, sino de una rama que se desprende un tronco común, aumentando la belleza del árbol de la vida), que no es una religión sino en un sentido muy difuso (aunque defiende determinados valores y eso, antes que otra cosa, define la existencia de un campo que sociológicamente puede considerarse religioso), pero que me permite resolver algunos problemas éticos vinculados a mi tradición judía.
Como soy un sociólogo judío rioplatense ateo no sionista con vocación igualitarista comunista ecologista y algo anarquista es inevitable que la herejía Gersoniana se encuentre empapada de algunos de estos aspectos, pero no hay nada que hacer: no creo en el individualismo ético, así que no estoy atado a él si no es a niveles inconscientes que no controlo y negar mis preferencias éticas sería contradictorio con lo que pretendo crear.  
Hace poco escuché de un inteligente rabino laico argentino que vive en Israel (y que también es sociólogo), Andrés Faur, que actualmente hay un retroceso del teísmo (la fe en dios institucionalizada) pero no necesariamente ocurre lo mismo con el deísmo (la búsqueda de una relación más cercana, personal e inmediata con la divinidad). Me gusta el concepto, la idea, tengámosla presente. Sin embargo, no estoy realizando una propuesta deísta individual, sino una propuesta de diálogo (de cuyo desarrollo futuro nada puedo decir).
En lo que hace al judaísmo, desde hace mucho tiempo descreo de la uniformidad de lo judío: no creo que el judaísmo sea fundamentalmente religioso, ni fundamentalmente nacionalista, ni fundamentalmente ético, ni fundamentalmente... nada. Mucho menos creo que el judaísmo sea en esencia alguna de las variantes con que hoy se presenta sobre la faz de la tierra. Pero lo cierto es que, hasta el día de hoy, mi propia condición judía no tenía nombre propio y, a riesgo de intentar encasillar algo demasiado fluido, creo que ha llegado la hora de sentar posición, al menos para distinguirme de otras corrientes legítimas del judaísmo contemporáneo. Para algunos judíos esta postura podrá significar que no soy judío o que rechazo el judaísmo. Ese será su problema, no el mío.

Reflexiones muy Gersonianas


Después de intentar reflexionar sobre la cuestión, resulta que soy un judío Gersoniano.
Pero lo busqué en Internet y no está. No tengo tiempo de rastrear en toda la historia y la bibliografía universal, me conformó con Internet (ah, algo tan típico de los Gersonianos).
Reflexionemos primero, sesgadamente ya, sobre el héroe epónimo: Gerson o Guershom, el hijo de Moisés y Sepora (¿Tzipora, quizá?).  Si algo lo distingue de otros hijos de grandes de Israel es su irrelevancia en la historia posterior del pueblo judío: a diferencia de su tío Aarón no fundó una casta sacerdotal y, a diferencia de casi todos los demás judíos... no era hijo de una mujer de sangre judía. Sus descendientes, que yo sepa, no lucharon por el trono de Jerusalén y, al menos por parte de madre, no le fue prometida ninguna tierra en particular. Ni siquiera está claro que haya sido circuncidado. Sin embargo, no se dice que Moisés lo despreciara. Es posible pensar (en ese hueco de los antiguos relatos que permite siempre la reinterpretación, el Midrash) que nuestro mayor referente profético lo amó, y nunca se dice que no le guardó respeto a su madre y a su abuelo (el venerable patriarca madianita Yitro u Hobeb, quien protegió a Moisés en su exilio personal tras el asesinato del capataz egipcio en  Kush y lo acogió como uno de los suyos). Yitró es el más importante consejero de Moisés y es el abuelo de Gerson. Gerson no se inclina ante el Becerro de Oro. Lo sabemos porque no cae bajo la pesada lanza de Yoshúa, hijo de Nun, el levita, lugarteniente de Moisés y su heredero político. No es admitido en el núcleo del poder, pero tampoco es rechazado del pueblo de Moisés.
¿Qué nos dice esto de los judíos Gersonianos como yo?
Para empezar, que valoramos los antiguos relatos como fuente para la reflexión de nuestra condición judía, que reiteramos esos textos para no perder toda referencia a nuestro judaísmo, aunque no se rechaza en principio ningún texto producido después en el rico devenir del judaísmo histórico. Que no gozamos de un favor especial de la divinidad (de hecho, podemos no creer en su existencia); que no tenemos necesariamente sangre materna judía; que no rechazamos nuestra tradición cultural ni la aceptamos sin crítica y reflexión; que no aspiramos a representar el único o verdadero judaísmo; que no estamos ligados a un territorio en particular; que no nos representa ningún sacerdocio o estado ni aceptamos su centralidad o guía sin crítica o reflexión. Eso por el lado de las determinaciones negativas. Por otro lado: que nos identificamos con la tradición histórica y mítica del pueblo judío, con su estética y formas particulares de sus modos y costumbres, con sus aprendizajes históricos y, de manera crítica y evolutiva, con parte de su tradición normativa, con su particular modo colectivo de aprendizaje (por ejemplo, el Pilpul) y hermenéutica (por ejemplo, el Midrash).
Andando el tiempo, algunos Gersonianos (esos judíos Gersonianos que lo fueron sin saberlo a través de los tiempos y las geografías) resultaron seducidos por las más disímiles variaciones del judaísmo y de otras influencias. El Gersoniano es, como judío (y como cualquier otro judío y como cualquier otra persona), un ser humano situado en procesos sociales complejos: es un mosaico de herencias en evolución antes que la cristalización de una de ellas. De modo que hoy toca recomponer su imagen mítica, porque es relevante y porque jamás existió.
¿Es posible “construir” un judaísmo como éste? A nivel individual, es solo un juego; a nivel comunitario, puede ser una alternativa. Cada vez que se hace algo nuevo en el contexto de una comunidad cualquiera, la tradición cultural se reinventa, y con ella cambian las opciones políticas y sociales, y tal vez no sea tan malo recurrir a la reinvención metódica, como hace el grupo de rabinos laicos de Israel del que el citado Andrés Faur es parte.
He aquí la alternativa Gersoniana para el judaísmo contemporáneo, conocida como el Testamento de Gerson (también como “Los 17 versículos perdidos de la herejía de Gerson”), que es apócrifo y fraudulento, como quizá lo fueron alguna vez todos los textos que hoy se consideran canónicos en las tradiciones humanas.

Fragmento del Testamento de Gerson, hijo de Sefora y Moisés.



1.        Yo, Gerson, hijo de Sefora y de Moisés, en la hora que precede a mi muerte dejo a mi descendencia estas palabras, que constituyen todo lo que fui, soy o seré, como herencia para el porvenir, para que aprovechen su sabiduría y corrijan sus errores, como he debido hacer con las palabras de mis mayores y de mis hermanos y hermanas.
2.        En los días de mi vida la divinidad no me ha hablado jamás, ni soy testigo de sus portentos: sean mis hijas y mis hijos libres de intentar comunicarse o no con ella, tal como yo no lo he hecho por preferir el quehacer de las gentes y el uso de la razón a la acción de una deidad invisible y a la ciega fe en ella.
3.        En consecuencia, ninguna misión me ha sido encomendada, no he sido elegido ni separado de los pueblos de la tierra si no es por mi experiencia y la experiencia de mis padres y de los padres de mis padres. No tengo señorío alguno sobre gentes, bestias, plantas, tierras, mares, ríos o montañas, a todos considero como hermanos y hermanas, y a ninguno acepto como amo o señor.
4.        Ninguna tierra me ha sido prometida en heredad: sea mi hogar en este mundo el que mi trabajo edifique y el que pueda construir en solidaridad con mis hermanos y hermanas en paz, en igualdad, en justicia.
5.        Y si ninguna misión tengo más de la que yo mismo pueda darme, elijo entonces la que aprendí de mis mayores, guiados por las frágiles ideas (¡Ay del difícil devenir humano!) de solidaridad, igualdad, paz y justicia. Existo para proteger al que es más débil, para cuidar lo que es frágil, para resguardar al inocente de todo daño y mal. Porque así protegió mi padre a mi madre cuando fue atacada por hombres inicuos y así cuidó mi abuelo a mi padre en su exilio y lo perdonó por la sangre derramada, y juntos guiaron a los esclavos hacia la libertad.
6.        Y como nada es más fuerte que el tiempo, y nada dura menos que la vida, y siendo la vida un hecho maravilloso, la vida habrá de cuidarse cuando se ande por mi senda. No matarás se ha escrito dos veces en la piedra y una en el firmamento. No matarás, no dejarás matar, no dejarás morir.
7.        Es la capacidad de hombres y mujeres la de reconocerse como seres vivientes, y están atados a la desdicha de conocer su final. Nada será más valioso que este conocimiento y les digo: no han de matar, porque quien mata a un hermano o a una hermana destruye el mundo, y quien cuida una vida lo protege. Porque la dicha y la desdicha no está atada solo a la existencia, sino a todas sus circunstancias, si cada quien cuida la dicha de sus hermanos y hermanos estará cuidando también la propia, y quien evite causar un daño a su prójimo, aun en su propio perjuicio, cuida de no dañar a todos los demás, cuida de no dañarse a sí mismo. Sea entonces la regla hacer con el prójimo lo que desearía se hiciera con uno y no hacerle lo que uno mismo no quisiera sufrir.
8.        Nacemos desnudos y desvalidos, sin sabiduría ni lenguaje. Todo nos es dado por quienes nos protegen en nuestra debilidad. Respetaremos a nuestros mayores por este trabajo y solo al trabajo propio y común acudiremos para reclamar riquezas. No aceptes en herencia más de lo que posea tu prójimo más pobre, de modo que comparta tu esfuerzo y tu alegría. Toda acción violenta para reclamar posesiones, todo fraude o engaño o usura serán así considerados abominables si quiere caminarse por mi senda. Quien se enriquezca aprovechando la debilidad de otros no podrá decir que anda en mi senda, ni tampoco aquel que no tolere las razones de su prójimo, aun cuando contradigan su propio pensamiento, pues ni el más sabio lo conoce todo.
9.        Ni el más sabio lo conoce todo, pero el ignorante sin duda se equivoca: sea el conocimiento nuestra búsqueda perenne y la duda nuestro regocijo, pues sin la duda el conocimiento se disfraza de engañosa verdad.
10.    Nacemos desnudos y desvalidos, sin sabiduría ni lenguaje. Todo nos es dado por quienes nos protegen en nuestra debilidad. Respetaremos a nuestros mayores por cuanto han aprendido y enseñado, y los honraremos con nuestra duda sobre sus enseñanzas. Porque la deshonra no yace en el error, sino en la incapacidad de confrontarlo.
11.    Nacemos desnudos y desvalidos, sin sabiduría ni lenguaje. Todo nos es dado por quienes nos protegen en nuestra debilidad. Respetaremos a nuestros mayores por cuanto han trabajado en nuestro beneficio y aprenderemos la lección: no hay trabajo verdadero sin amor al prójimo, que todo trabajo se haga pensando en el beneficio de nuestro prójimo, que es también nuestro pueblo que fue, es y será. Difícil es esta lección para quien vive rodeado de riquezas, sin ver en ellas el trabajo y la miseria de sus semejantes ni el conocimiento heredado de las generaciones precedentes. Pero este es el camino que ha elegido Gerson, hijo de Sefora y de Moisés.
12.    Porque extranjero fue mi padre en la casa de mi abuelo, y perdido estuvo y sin abrigo, porque extranjero fue mi pueblo y porque extranjero soy yo: tu techo será el techo de quien lo necesite en su exilio, tu mesa será su mesa, tu pan será su pan, y estará protegido por tu ley: sea la hospitalidad tu alegría y compartir tu regocijo.
13.    Porque extranjero fue mi padre en la casa de mi abuelo, y perdido estuvo y sin abrigo, porque extranjero fue mi pueblo y porque extranjero soy yo: comparte con respeto y alegría lo que te sea ofrecido con amorosa hospitalidad y aprende de otros pueblos y personas sus usos y costumbres, sus formas de alegría y de justicia.
14.    Guarda el día sábado para la reflexión y el descanso y cuéntale a tus hijos y a tus hijas las leyendas de tu pueblo, para que aprovechen su sabiduría y corrijan sus errores. Que sea el día sábado, creado para el hombre por el hombre, el día del descanso, la reflexión y las preguntas.
15.    Es frágil y difícil la justicia, como enseñó a mi padre mi abuelo Hobeb. Nunca causes un daño como castigo o exijas reparación si jueces justos no han examinado el caso a consciencia y dictado sentencia contra tu prójimo, ni dejes de castigar el daño contra tus semejantes a través de tribunales insobornables. Jamás levantes falso testimonio, que jamás tenga precio tu palabra, que jamás tenga precio tu silencio. Nunca te aproveches de la debilidad ajena ante un tribunal, como no te aprovecharás de ella ante la vida. Deseo que tus pies no se alejen de la empinada cuesta de la justicia por recorrer la suave ladera de la venganza.
16.    No permitas que el deseo de poseer cosas te domine, ni la envidia de la riqueza ajena, ni la insatisfacción por tu modestia. Disfruta del trabajo que realices con tu gente y con tu pueblo, pues lo demás es solo vanidad. Intenta que cada producto de tu esfuerzo y el de la gente que te rodea mejore el mundo sin destruir de él lo que no sea posible recuperar. Que mejorar y reparar el mundo sea el objeto de todos tus esfuerzos, protegiendo al más débil, cuidando lo que es frágil, resguardando la inocencia de todo daño y mal.
17.    Si algunos son dominados por la codicia o por la ira, u orgullosos de su fuerza se alzan en poder, y quieren doblegarte y dominarte, y quieren aprovecharse de tu esfuerzo, que tu mano no dude en defenderte, pero que tiemble antes de matar y ante la menor duda elija preservar una vida a destruirla. Porque codicia, ira, envidia y orgullo son signos de flaqueza. Que tu mano sea fuerte para defender lo que amas y sea todavía más fuerte tu pensamiento para perdonar a quien lo odia. 





Consecuencia


No es casualidad que la implicancia práctica de estos 17 versículos nada sagrados den como resultado una configuración ideológica abierta y exigente a la vez, porque se nutre de nuestro contexto tanto como se opone a sus tendencias destructivas. Tampoco es casualidad que deje tantos aspectos sin tratar siquiera. No dice, por ejemplo, “No robarás”, porque no se instala en principio en la defensa de una determinada forma de propiedad, aunque la deriva del trabajo solidario, lo cual implica ya una postura ideológica definida. Tampoco define un modelo familiar o un modo de organización jurídico político: tal vez porque no sería razonable exigirle a un humilde filósofo de hace dos mil años reinventado hace un par de semanas por un sociólogo judío rioplatense ateo no sionista con vocación igualitarista comunista ecologista y algo anarquista respuestas para todas las preguntas.

10 preguntas posibles acerca de la doctrina de Gerson:


1.      ¿Quién puede ser admitido en la doctrina de Gerson?
Cualquier persona (en realidad, cualquier ser cultural autoconsciente) capaz de comprender y interpretar su doctrina, lo cual supone, quizá: 1) realizar al menos una lectura del conjunto de libros conocido como Antiguo Testamento (sin restricciones en cuanto a versiones o traducciones) y entenderlos como sustrato para el debate y la construcción intersubjetiva de prácticas sociales y culturales dinámicas; 2) aceptar los lineamientos éticos y morales del Testamento de Gerson como sustrato para su discusión y desarrollo común. Una vez aceptados estos dos elementos pueden ser consideradas Gersonianas personas procedentes de cualquier etnia, clase social (aunque a los ricos les costará bastante), religión, lengua, país o tradición filosófica. Ante la duda, rige el principio de tolerancia democrática.
2.      ¿Quién avala esta pertenencia?
Al no existir órgano jurisdiccional Gersoniano alguno, político, civil o religioso, la pertenencia a la doctrina de Gerson es avalada por... la consciencia de cada Gersoniano y, eventualmente, por los mecanismos que los Gersonianos futuros establezcan. Ser Gersoniano es antes una práctica que una forma de pertenencia social, aunque la cuestión es debatible.
3.      ¿Es necesario creer en el dios de Israel para ser Gersoniano?
Aunque la presencia del dios de Israel es notable en los textos básicos, al ser éstos considerados en la doctrina de Gerson fuentes para la interpretación antes que verdades transcendentales, no hay exigencia alguna en este sentido: cualquier judío creyente o no creyente, cristiano, musulmán o participante de cualquier credo o corriente filosófica puede considerarse a sí mismo Gersoniano si acepta en líneas generales los principios de admisión a la doctrina.  
4.      ¿Es necesario circuncidarse, tener sangre judía o antepasados o parientes judíos para ser Gersoniano?
No. La doctrina de Gerson se deriva de la tradición judía (y de otras)... pero no la exige sino en el aspecto previsto en el segundo punto de las “condiciones de admisión”.
5.      ¿Existe algún castigo por abandonar la doctrina de Gerson?
No.
6.      ¿Hay algún principio que rija la interpretación de la doctrina de Gerson?
Sí los hay, estos serían seguramente la libertad de consciencia y la dignidad de cada ser humano.
7.      ¿Hay algún ritual propio de la doctrina de Gerson?
No. Al margen de las lecturas previstas es demasiado nueva... pero si hay propuestas útiles y divertidas que no contradigan los principios de la doctrina, pueden ser creados. Por el momento persisten los rituales heredados del judaísmo tradicional, en algunas de sus formas históricamente desarrolladas como es la designación del sábado como día destinado a la reflexión y al descanso... que puede quizá caer en un día que no sea estrictamente un sábado.
8.      ¿La doctrina de Gerson impone alguna idea o conducta respecto de alguna situación contemporánea?
No. La doctrina posee, es evidente, ciertos principios éticos y morales, pero actúan como guías para la interpretación de situaciones determinadas, no cómo fórmulas de pensamiento abstractas de las que se derivan verdades universales o universalmente aplicables.


9.      ¿Hay algún profeta Gersoniano?
No. Sí hay algún principio en este aspecto es que la doctrina de Gerson se acepta a sí misma como una construcción individual o colectiva, no como una revelación.
10.  ¿Los Gersonianos quieren dominar el mundo?
No, apenas quieren entender algunos aspectos de su propia existencia para actuar de la mejor manera posible en un mundo muy confuso del que saben muy poco.


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