martes, 9 de diciembre de 2008

Cómo negociar con(tra) Dios y ganar

Asombroso. Hace poco nos hemos enterado de que existe un modo efectivo de negociar con dios y ganar. es cierto que Moisés en la montaña negoció con dios y es cierto que también Abraham lo hizo, con respecto al resultado del "affaire" de Sodoma y Gomorra. Pero estos venerables patriarcas y profetas del jidaísmo estaban lamentablemente atrasados en sus conocimientos del marketing avanzado y la negociación agresiva. Dios casi siempre ganaba la discusión. Ahora todo es distinto. Hay nuevas necesidades, creamos nuevos productos (y, sobre todo, viceversa). Algunas herejías judías contemporáneas (entendiendo a la palabra herejía en su acepción de "rama que se desprende de un tronco común") resuelven los problemas con mayor eficacía administrativa. Simplemente, si alguna norma contraviene la necesidad, se le pide a dios que no mire, que haga "la vista gorda". Es muy difícil algo así para un ser omnipresente y omnisapiente, pero no hay nada que el dinero no pueda comprar. Las bolsas mundiales no operan los sábados, pero los negocios siguen corriendo, el mundo está neurótico, apresurado, ya no podemos perder el tiempo caminando. Entonces, ¿Cómo exigirle al rabino que cumpla con las normas del Shabat? Sí tiene que ir en auto a la sinagoga, tendemos un "hilo invisible" alrededor y listo, dios no mira. Dirán que soy un aprovechado, pero yo, que nunca realmente respeté todas las normas, aprovecho esos momentos en que dios está de vacaciones forzosas para practicar el adulterio y, si estoy aburrido, el robo, la idolatría, un nuevo adulterio... si una ley no vale, ninguna vale. Lo que realmente molesta es la actitud acomodaticia. Si vale la ley como ley sagrada, entonces es tabú romperla, es realmente sagrada. Si no es así, admitamos que es cosa de los hombres y mujeres manejarla. De todos modos, aquí tenemos la solución al viejo problema de cómo negociar contra dios y ganar la partida: "TÚ, mi señor, eres el rey del mundo... sólo te pedimos que no te entrometas con nuestros negocios y te adoraremos". Desde nuestra humilde trinchera resistimos todavía. El partisano cultural puede ser un ateo descreído, infiel y todo lo demás, pero al menos no negocia con los bienes sagrados (Dante dibujó una bolsa infernal para esta simonía). ¿Qué puede haber más sagrado para un judío que la propia ley? ¿Y sobre esa ley sagrada aquellos que se pretenden "espirituales" quieren negociar con dios y ganar?